domingo, 18 de marzo de 2012

Una mirada hacia la negociación con la comunidad indígena Wayuu.

La etnia Wayuu es una de las comunidades indígenas más importantes y tradicionales que existen actualmente en Venezuela, albergando alrededor de 48.527 personas que representan cerca del 27% de la población  indígena,  situándose  en  gran  parte  de la jurisdicción del estado Zulia, en Venezuela.
  Su ubicación en terrenos del polígono siderúrgico de PEQUIVEN y del área de afectación de la planta de tratamiento sur de aguas residuales del área metropolitana de Maracaibo, en los municipios San Francisco y La Cañada de Urdaneta del estado Zulia, los ha convertido en  los principales beneficiarios del proyecto que desarrolla la Empresa regional Sistema Hidráulico Planicie de Maracaibo (PLANIMARA), que bajo los preceptos socialistas del gobierno nacional, pretende establecer un sistema de riego de 4.597 ha con el recurso hídrico de los efluentes tratados de la referida planta de tratamiento para el desarrollo agrícola de dicha área, que a su vez ha sometido a las partes involucradas a un proceso constante de negociación, para la aceptación y el desarrollo de una zona deprimida, y el beneficio de todos como comunidad. 

    Los sectores involucrados son: Los Bienes y La Chinita de los precitados municipios, y el hecho de  que más de 500 productores con sus grupos familiares se desarrollen a la par de la ejecución de un proyecto pionero no solo en Venezuela sino en Latinoamérica, implica que  tienen que ser partícipes de la construcción de diversas infraestructuras, y ser afectados por la reubicación en algunos casos de parceleros para el emplazamiento de dichas obras, así como, ser capacitados para el manejo de aguas tratadas para el desarrollo agrícola, y organizar su comunidad que está regida bajo sus propias normas y leyes ancestrales hacia los modelos de producción comunitaria que establece el gobierno nacional.  
   
   En la tarea urgente de lograr que la discriminación a la cual han estado expuestos durante tanto tiempo no  se  repita y que puedan ser parte de la fuerza productora de un país,  se  indaga  sobre  las  estrategias  y  formas  que  esta  comunidad  ha  diseñado históricamente para resolver, mediante el poder reconciliador de la palabra, sus conflictos en los que los alijunas (personas blancas o no wayuus) se ven involucrados.
  
  Por lo anterior, con la elaboración de este proyecto se pretende, a través de las experiencias vividas con la comunidad  indígena  Wayuu,  mostrar  cómo  ellos  proponen  la  solución  a  sus  conflictos  mediante  una resolución  pacífica  con  alternativas  de  reparación  y  reconciliación con personas que no pertenecen a su cultura y más si éstos con su afán del progreso buscan cambios en su cotidianidad;  pretendiendo  de  igual forma,  mostrar  la  aplicación  de  las  soluciones  por  ellos  planteadas.
   
  Por otra parte no se debe dejar de lado, que esta cultura sueña con transformar la pasividad y el silencio, del que han sido víctimas por no haber sido tomados en cuenta por los gobiernos anteriores, para convertirse en sujetos activos que procuran la reivindicación de sus derechos y de los cuales el presidente de la república ha hecho hincapié para su cumplimiento a cabalidad.  Ahora, los Wayuu recurrirán a su memoria colectiva para hacer de ella una herramienta que les permita develar la verdad sobre los hechos de negación que han sembrado en su pueblo desesperanza y encontrar, de ésta manera, justicia y reparación que les permita permanecer y crecer en sus territorios conforme a sus costumbres ancestrales.

   El Wayuu tiene aprecio al desarrollo de su comunidad y de sus parcelas reflejado imperantemente en la participación activa en la ejecución de obras de índoles civil, eléctrico y mecánico en su mayoría, así como en la crianza de chivos.

    Se puede lograr el acercamiento de dos culturas contrarias en la forma de ver las relaciones humanas y en la aplicación de la ley, sin embargo, se evidencia una atención decorosa por parte de la comunidad, dejando en claro que la preponderancia que da el Wayuu a la palabra es suprema y que en ningún caso, por convicción propia y ancestral el Wayuu miente. Es interesante observar que el Wayuu, contrario a lo que se piensa, no arregla los problemas mediante la guerra, en esta cultura ellos únicamente acuden a dicha alternativa una vez el agresor ha negado su responsabilidad frente a los hechos.

Con la finalidad de equilibrar las negociaciones y obtener mejores resultados, es importante hacerse de profesionales de le etnia Wayuu que al compartir la dirección de un proyecto para el beneficio del colectivo también poseen los mismos valores de la palabra, y son la mejor estrategia para “ganar terreno” en el continuo desarrollo del proyecto.

Ante dichas negociaciones, es importante mencionar que ésta cultura indígena es matrilineal, y el papel de la mujer es de excesiva relevancia para poder tramitar cualquier aspecto en un grupo familiar, ya que la mujer es comparada con “Mma” o madre tierra que es fértil y proporciona a sus hijos sus frutos, por lo tanto el rol femenino de la etnia Wayuu está cargado de sabiduría, entendimiento y fortaleza que la lleva a evitar conflictos y a buscar la mejor solución a los problemas.

Por su parte, los Wayuu recurren a mecanismos de asistencia a los negociaciones en la búsqueda de solución a sus conflictos, siendo la mediación el más importante, y allí es donde la figura del palabrero es una institución en la sociedad Wayuu que ha demostrado que su experiencia en la vida sirve para mediar en las disputas y conflictos. Ser palabrero es un don que debe perfeccionarse desde la infancia, porque no es una tarea fácil tener la sabiduría para impartir justicia y propiciar la paz. Según personas de la etnia: «Es sencillo, si alguien comete un error puede pedir la mediación de un palabrero quien va ante la familia ofendida y negocia la reparación».


Reflexión...
  
  Los contextos representan amplias gamas de opciones, determinados por cambios sociales, económicos, tecnológicos y políticos, por mencionar algunos. Cada contexto produce situaciones particulares que tiñen las actuaciones de individuos y organizaciones. De tal manera, interacciones de personas similares, sobre temas similares, en momentos distintos, pueden producir resultados diferentes, pues no dependen de la correcta aplicación de un método sino de la cabal interpretación del contexto donde ocurre la negociación.
       
    El contexto más general que sirve de marco para una negociación es la cultura, como en el caso de la Wayuu que tiene un conjunto de maneras de pensar, sentir y obrar que se particularizan.
       
    Las interacciones de los miembros de una colectividad neocultural presuponen conciencia de lo que se quiere, de las limitaciones para lograr todo lo que se quiere, de que se debe acudir a un tercero para satisfacer las necesidades, de que el beneficio debe ser compartido y que de los aportes al desarrollo colectivo inciden en el bienestar individual. Todos estos elementos constituyen la sinonimia entre negociabilidad y gobernabilidad, que contribuye a la consolidación de una cultura de negociación.
   
    De las experiencias antes referidas, se puede señalar que la negociación es un proceso social, que según el espacio en el que se originen, se dan experiencias de los individuos en interacciones que, amparadas bajo un patrón cultural como el de la etnia Wayuu, van con el tiempo nuevos usos y costumbres que se transforman en culturas particulares, y de ello surge las diferencias entre los grupos familiares de la etnia estudiada que se encuentran transculturizados a aquellos que viven en la guajira venezolana.

       La evolución social es condicionada por su dinámica más relevante: el crecimiento de a población y la satisfacción de las necesidades, las cuales se diversifican según los usos y costumbres, con nuevos valores y principios rectores que influyen de manera determinante sobre los individuos Wayúu, en su manera de ver las cosas, evaluarlas, incorporarlas en sus proyectos, a fin de tomar sus decisiones.
               
Aún cuando los sistemas de compensación se han modernizado, la esencia de la conciliación y la reparación se mantiene en la etnia Wayuu. De cierta manera, es un tipo de adaptación al contexto actual. Antes se pagaba en especie con animales y con monedas de oro o con collares de piedras preciosas. Hoy en día se exigen animales y efectivo.

Las palabras son tan exactas en la justicia Wayúu que no cabe en su diccionario términos como “matón” o asesino, tal vez porque son muy agresivos, y pueden ofender y hasta hacer retroceder por completo el proceso que se ha llevado a cabo con la negociación. Por eso en este caso se habla de “el que hizo” y eso es definido por el palabrero.

Al explorar los elementos que han hecho posible experiencias de reconciliación en esta comunidad, las narraciones orales son una fuente esencial de información y en este aspecto, es ineludible el papel del “palabrero” o  gran mediador que tiene tradicionalmente el don de saber  difundir el mensaje cuando se presentan disputas en la comunidad. 
               
    El palabrero se esfuerza mediante diversos recursos teóricos, por encontrar una salida pacífica a la querella y evitar un enfrentamiento. En este sentido, la intervención  del palabrero en las disputas Wayuu, indica que acudir al sistema de compensación y no a la guerra, es la forma ideal que tiene la comunidad para solucionar sus  disputas. Los Wayuu consideran que las disputas no  responden a una indeseada patología social sino que se trata de una serie de eventos cíclicos, inherentes a la vida en comunidad que brindan la oportunidad de recomponer las relaciones sociales. 

 De esta manera, los palabreros Wayuu enseñan a toda una sociedad las posibilidades de negociar, de luchar por mantener la armonía entre los miembros de la sociedad y de evitar al máximo que los enfrentamientos se eternicen y se reciclen por generaciones. Esa es la gran lección de este pueblo indígena que clama para que todo el país mire con otros ojos este saber ancestral que toda la sociedad en su conjunto está en mora de acoger.